Los incendios en los centros educativos son un riesgo latente que no se puede ignorar. Aunque la mayoría de las personas están familiarizadas con los extintores de agua, polvo ABC o CO2, hay un tipo de fuego que requiere una solución específica: los incendios provocados por metales combustibles. Aquí entra en juego el extintor de incendios de clase D, una herramienta poco conocida, pero esencial en determinados entornos educativos.
El extintor de incendios de clase D está diseñado específicamente para apagar fuegos provocados por metales combustibles como magnesio, titanio, sodio, potasio y aluminio en polvo. Estos materiales, aunque no son comunes en todas las aulas, pueden encontrarse en talleres de tecnología, laboratorios de química e incluso en algunas aulas de educación secundaria y formación profesional.
Algunos ejemplos de espacios educativos donde un extintor de clase D es indispensable incluyen:
Laboratorios de química y física, donde se manipulan sodio, potasio u otros metales reactivos.
Talleres de tecnología y mecánica, donde se trabajan aleaciones y metales que pueden generar virutas inflamables.
Zonas de almacenamiento de materiales peligrosos, donde pueden encontrarse reactivos metálicos.
A diferencia de los extintores de agua o espuma, que pueden reaccionar de manera peligrosa con ciertos metales, los extintores de clase D utilizan un polvo seco específico, como grafito, cloruro de sodio o arena especial, que sofoca el fuego sin generar reacciones explosivas.
Los incendios provocados por metales combustibles no son los más frecuentes, pero cuando ocurren, pueden ser extremadamente peligrosos. En un laboratorio escolar, una simple reacción química inesperada puede desatar un incendio que no se puede controlar con los métodos convencionales. Entonces, ¿por qué no estar preparados?
Algunas razones clave para contar con un extintor de clase D en los centros educativos incluyen:
Seguridad de los estudiantes y docentes: Disponer del equipo adecuado reduce el riesgo de lesiones graves.
Cumplimiento normativo: La legislación en prevención de incendios en España exige que los centros educativos cuenten con medidas de protección adecuadas según los materiales presentes.
Protección de infraestructuras: Un incendio en un laboratorio puede extenderse rápidamente si no se actúa con el agente extintor adecuado.
Usar un extintor de incendios de clase D no es igual que accionar un extintor de CO2 o de polvo ABC. Requiere una aplicación controlada y específica.
Pasos para su correcta utilización:
Identificar el tipo de fuego: Asegurarse de que realmente se trata de un incendio de metales combustibles.
Evitar el uso de agua o espuma: Esto podría agravar la situación y hacer que el fuego se expanda.
Aplicar el polvo seco en la base de las llamas: Debe hacerse con suavidad para no dispersar las partículas incandescentes.
Cubrir completamente el fuego: El agente extintor debe sofocar las llamas y enfriar el metal para evitar reigniciones.
Vigilar la zona afectada: Asegurarse de que no queden residuos inflamables que puedan volver a encenderse.
No todos los espacios de un colegio necesitan un extintor de incendios de clase D, pero en los laboratorios y talleres, su ubicación estratégica es crucial. Algunas recomendaciones incluyen:
Cerca de las zonas de trabajo con metales combustibles.
En paredes accesibles y visibles para los profesores y alumnos.
Junto a otros equipos de seguridad, como mantas ignífugas y duchas de emergencia.
Aunque el extintor de incendios de clase D no sea el más conocido, su importancia en ciertos espacios educativos es innegable. No se trata solo de cumplir con normativas, sino de garantizar la seguridad de estudiantes y profesores ante un tipo de incendio que, aunque raro, puede ser devastador.
La clave está en la prevención, en la correcta formación del personal educativo y en asegurarse de que los extintores adecuados estén siempre donde se necesiten. Porque, cuando se trata de seguridad contra incendios, más vale prevenir que lamentar.